viernes, 7 de febrero de 2014
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viernes, 17 de junio de 2011
Maldición y Deseo
Ojalá te enamores!!!! Los gitanos maldicen, y la peor maldición jamás dicha es solo una. La más funesta. La más terrible. Basta que crean tener un enemigo, un enemigo específico, concretamente, un desapasionado, la ausencia de pasión es una afrenta para quien vive con ella a flor de piel, que lanzan el guante y el hechizo. Lo sentencian para siempre, y el condenado convive eternamente con el peso del dictamen sobre su cabeza, su alma y corazón. Ojalá te enamores. Ojalá te enamores, dicen y maldicen. Ojalá te enamores, digo yo. Y no es solo una sentencia, es además un deseo. Ojalá te enamores y sientas el deseo descontrolado de recorrer las calles mojadas yendo de la mano, de noche, sonámbulo y ebrio. Desconcertadamente feliz. Ojalá te enamores y no sepas qué hacer. Que sientas el alma bellamente desgarrada y desees que cada girón sea unido solo por una persona en el mundo, solo una. Aquella persona que pueda desnudarte con solo pensarlo, y que el despojo no te inunde de frío. Ojalá te enamores y no puedas con eso. Que cada rincón de tu memoria sea habitado por un solo pensamiento, y que aquellos que huyen en otra dirección no encuentren el rumbo si no es con la guía de quien todo lo abarca. Ojalá te enamores y sientas que no es posible estarlo si no es con la proyección vital del deseo, que no concibas la vida si no es reflejándote en otra mirada y otras manos. Pero enamorarse no es para cobardes y convivir con dicha maldición no es para necios. Enamorarse solo es para aquellos que pueden con un destino atravesado, para aquellos que lleven un escudo y un carcajada por las dudas, y que por las mismas dudas pueden dejarlo en tierra. Enamorarse es para hombres comunes, esos que van vulnerables por la vida y que cuando es necesario, se la juegan por el suspiro de una mujer que baila. Enamorarse es para aquellos a los que no les incomoda ser espectadores, a sabiendas de que pueden ser protagonistas con solo quererlo. Enamorarse es para quienes pueden correr bajo la lluvia sin que las gotas los mojen, solo movidos por la pulsión de subirse a un tren que los espera. El tren espera, y ellos corren justamente por ese motivo, para evitar la espera del otro. Eso es enamorarse, creo. Y eso es poner el amor en acción. Enamorarse, en fin, no es para cualquiera. Solo unos pocos pueden con tamaña maldición Ojalá te enamores. Y no puedas con eso. Y que corras hacia el tren bajo la lluvia. Y que no te mojes. Ojalá te enamores!!!!!
Maldición Gitana
sábado, 4 de junio de 2011
Existencia
Persigo respuestas acorralado ante la necesidad,
mil preguntas cortan las hojas de la mente.
Me abro paso entre las injusticias
y quedo a la deriva mendigando manos.
Con mis heridas a flor de piel, te indago.
Tratando de pensar,
pensando en tratar de encontrar,
encontrando preguntas sin respuestas,
respondiendo con mil dudas,
dudando de todo lo que veo,
viendo todo lo que no existe,
existiendo sin saber… si estás, si soy.
Tu mirada siempre presente me quemó
y sentí cómo la duda barría
hasta ahogarme en el fondo de mi incongruencia.
Tugurio del ayer,
lecho mortal de hoy,
enigma de mi mañana.
Fe… preocupante fotaleza de cristal, criando mis miedos y pariendo decepciones.
lunes, 11 de enero de 2010
La pasión, nuestro fuego interior
Siempre sostengo que la pasión es el motor más poderoso que poseemos para realizar nuestros actos. Las ganas y el entusiasmo son clave en cualquier actividad que pretendamos abordar. Quizás muchos asocien la pasión con el arrebato, con los bajos instintos, o con los impulsos, pero se puede ser pasional y dulce; pasional y tierno.
Lucio Mansilla, fue historiador argentino, también ejerció de periodista y escritor. El siguiente texto es un pensamiento de este analista de nuestra historia.
Digan lo que quieran, si la felicidad existe, si la podemos concretar y definir, ella está en los extremos. Yo comprendo las satisfacciones del rico y las del pobre; las satisfacciones del amor y las del odio; las satisfacciones de la oscuridad y de la gloria. Pero ¿quién comprende las satisfacciones de los términos medios; las satisfacciones de la indiferencia; las satisfacciones de ser cualquier cosa?
Yo comprendo que haya quien diga: -Me gustaría ser Leonardo Pereyra, potentado del dinero. Pero que haya quien diga: -Me gustaría ser el almacenero de enfrente, Don Juan o Don Pedro – un nombre de pila cualquiera, sin apellido notorio-, eso no.
Yo comprendo que haya quien diga: -Yo quisiera ser limpiabotas o vendedor de billetes de lotería.
Yo comprendo el amor de Julieta y Romeo, como comprendo el odio de Silvia por Hernani, y comprendo también la grandeza del perdón.
Pero no comprendo esos sentimientos que no responden a nada enérgico ni fuerte, a nada terrible o tierno.
jueves, 7 de enero de 2010
Pantaloncitos, polleritas, fútbol y muñecas
Dice la leyenda que Hefesto (Dios feo y cojo) estaba casado con la bella Afrodita. Esta Diosa engañaba a Hefesto con el Dios de la guerra, Ares.
El desafortunado Hefesto, al enterarse de la falta de rectitud de su mujer, decide tenderle una trampa. Es así, que quedan apresados al lecho inmoral los dos amantes en plena desnudez y Hefesto reune a los demás dioses para que contemplen semejante abuso de albedrío.
Entre los boquiabiertos espectadores se encontraba Hermes, que, al no poder evitar sentirse atraído por la Diosa ahí rendida, hizo saberles a los demás, que él era capaz de soportar semejante vergüenza con tal de una noche con ella.
Babas más, babas menos, Afrodita decide premiar el arrojo de Hermes y le concede su deseo. Fruto de esa noche, nace Hermafrodito, combinando los nombres de estos amantes.
En plena etapa adolescente, Hermafrodito se encontraba dando un paseo cuando en un lago se le aparece la ninfa Sálmacis y quiere apropiarse de él, lo arrastra a las profundidades y se funden en un solo cuerpo. Mitad mujer, mitad varón.
No hay demasiada información sobre el hermafroditismo, en Internet son pocas las páginas que le dan un tratamiento serio y tampoco se encuentran estadísticas que aborden sobre el tema. Esto último puede deberse en parte a que las personas que padecen esta afección no lo dicen, se ocultan debido a que serían discriminadas u observadas permanentemente como animales de zoológico.
Ser hermafrodita no es solamente tener genitales masculinos y femeninos, implica un no desarrollo normal a nivel hormonal, cambios en la voz, la toma de medicamentos para que crezca o no el vello, indefinición sexual, no participar de ciertas actividades comunes al resto de las personas, trastornos psicológicos, etc.
Los seres humanos somos complejos necesariamente, en el caso de las personas con esta patología parece que la naturaleza se hubiera ensañado con ellas. Una persona de cada un millón es hermafrodita. Que los demás novecientos noventa y nueve mil, novecientos noventa y nueve, no la hagan a un lado.
miércoles, 14 de octubre de 2009
La pelota, esa fuente de ilusiones
Ha producido milagros increíbles, algunos con una llamativa coherencia. Por eso, tal vez, haya elegido a un pequeño negrito de las favelas brasileñas y a un pibe de las villas argentinas para ser sus mejores embajadores. Uno diestro, el otro zurdo, como para no discriminar.
Ha sido nuestro primer juguete y nuestra pasión permanente. Tiene la misma forma que el mundo mismo. Es caprichosa y comprensiva, dócil y rebelde, amada y odiada. Por ella, el mundo entero se reune cada cuatro años en la gesta más épica de todas. Pero fundamentalmente, más allá de los avatares impredecibles de sus cabriolas, no es más que una maravillosa excusa para juntar en millones de predios alrededor del mundo todo a muchos de nosotros que, con ella en los pies hemos soñado, y soñaremos, con ser, al menos, por un segundo, Pelé o Merlo, Maradona o Fabri, Riquelme o Pasucci, Bochini o Giunta, Alonso o Aguirre, Fillol o García. Tan pequeña y tan poderosa. Yo te saludo, pelota. Te debo las mayores alegrías, me debés algunas tristezas, pero te debo muchos amigos y eso jamás podré pagártelo.
Ojalá clasifiquemos hoy, sino, sería la primera vez que veo a nuestra selección quedar afuera. Hay demasiado nerviosismo para escribir algo propio, por eso este texto.
domingo, 11 de octubre de 2009
Veo veo
¿Hasta donde puede arrastrarnos la fama? ¿Qué poderío se esconde detrás del ansia, de la necesidad de mostrar que somos alguien? Empezar a ser famoso no parecería ser lo difícil, sino el dejar de serlo.
Exhibición de fotos sensuales en red; páginas que hablan de cómo somos; cámaras mostrando todo; el minuto a minuto del Chat; los reality shows… ¿Qué parte de todo esta exposición es propio de nosotros y que parte es heredada de lo que vivimos como sociedad? Los psicólogos explican, haciendo referencia a los adolescentes, que necesitan hacerse ver, mostrarse, porque en los días que corren el cuerpo se desarrolla antes que la mente, entonces se limita la capacidad de refrenar los impulsos de mirar y ser mirados solo como objetos.
¿La familia puede educar en esta vertiente de imágenes cuando observamos que las madres prácticamente compiten con sus hijas en indumentaria, presencia y juventud? ¿Puede simplemente la voluntad de los padres contra una tecnología que los supera?
La sociedad también funciona como fomento de liberación del yo. Sabido es que los famosos que pasan demasiado tiempo sin ser noticia, contratan a fotógrafos para que los siga durante un día y así documentar las imágenes que invadirán las tapas de revistas, simulando espontaneidad y foto periodismo. O podríamos también mencionar a la infinidad de personas que son populares sin ser actores, ni músicos, ni humoristas, ni nada. Están ahí, en la pantalla, nadie sabe porqué, pero están insoportablemente. El mundo reclama fama, nosotros ser vistos. Ecuación perfecta para mostrar lo que somos, para intentar “ser alguien”. Si el hecho no sale en los medios, no es noticia. Ver para creer, aparecer para existir.
Llegamos a la insólita situación de ver diarios íntimos en formato blogs, ¿de qué intimidad hablamos?
Entablar algún tipo de relación personal con alguien se presenta cada vez más dificultoso. Podemos argumentar falta de tiempo; vidas vertiginosas; sumisión tecnológica; consumismo exacerbado; satisfacción inmediata sin reflexión y momentánea; etc. Así vivimos, por momentos, en una especie de soledad compartida con el mundo, pero soledad al fin. Comunicados pero incomprendidos. Relacionándonos pero sin conocernos. Uno al lado del otro, pero cada uno en su burbuja.
En la actualidad el personaje de Platón no querría salir de la caverna, no correría semejante riesgo, si total lo tiene todo, lo ve todo ahí sentado, en su refugio con Wi-Fi.