viernes, 21 de diciembre de 2007

Orgamizados


Mi curiosidad surgió al enterarme de que el sábado próximo, 22 de diciembre, es el día internacional del orgasmo.

¡Se inventa cada cosa! Encima Internet fomenta estas ideas, este tipo de mensajes en los que me cuesta interpretar sus finalidades. Porque ahora para todo existe un día, y… si bien algunos se justifican comercialmente, otros no tienen el mínimo argumento a simple vista.

Ojo, no quiero minimizar a algo tan sublime como un orgasmo, lo que digo es que noto que en estos últimos años, se celebra cualquier cosa. Dicen que el sábado todos debemos hacer el amor, o satisfacernos solitariamente para generar una energía mundial, en contra de las guerras, a favor de la paz y el amor. Me suena a tremendo verso, entiendo que las relaciones carnales nos rejuvenecen, nos pone bien, nos liberan, nos primitivizan, nos hacen olvidar de los problemas, etc., de ahí a pensar en ondas vibratorias y vientos endorfinados, hay una distancia abismal.

Recuerdo que hace poco recibí un mail diciendo que todos debíamos saltar a la vez para que se acomode la tierra. Teníamos que saltar estemos donde estemos y provocaríamos un cismo, cambiando de órbita la tierra y sería más leve el calentamiento global. Acá era a determinada hora de la tarde, ¿y en China? ¿se iban a despertar para saltar? ¿alguien de ustedes lo hizo? ¿Alguien percibió la vibración? ¿Tan al pedo estaba el que mandó esa cadena?

Hay días para todos los gustos, existe el día de la marmota; de los zurdos; del bloqueo de mayúsculas; de los ex tarjeteros de Metrópolis (una confitería que se encontraba en Villa María hace unos años); de la lombriz, de la cerveza; del huevo, etc. Todos estas conmemoraciones existen, lo pueden corroborar en Internet.

Encima… tantos días hacen que también surjan nuevas instituciones, es común ver a los desfiles abarrotados de comunidades que parecen salidas de películas de Kusturica.

Me falta agregar que la cita para comenzar con las relaciones que nos lleven al orgasmo universal es a las 23.00 hs. y 23.15 para los eyaculadores precoces.

Desearía seguir explayándome pero no quiero que mis nietos sufran mi irresponsabilidad el día de mañana. ¡Me voy a practicar para el sábado!

Como dice Ac/Dc: "Quiero contarte una historia de una mujer que conozco, cuando se pone cariñosa, oh, es la reina del mambo..." "... Nunca tuve una mujer, nunca tuve una mujer como tú..."

martes, 18 de diciembre de 2007

S. A.: Siempre Ausentes


A través de “El Ojo de al Lado” conocí a Fanny, una niña que cree tener un síndrome, del que yo desconocía su existencia, debido en parte, a que pocas personas lo poseen. Es el Síndrome de Asperger (S.A.).

Esta enfermedad hace que los que la padecen no puedan leer entre líneas, interpretar indirectas, llegar a comprender que es en realidad lo que la persona que les habla le quiere transmitir. Son incapaces de percibir el significado de sonrisas, gestos y movimientos de los que los rodean.

No pueden mantener la mirada en otros ojos, la bajan con facilidad, esto también entorpece al trato social. En estos aspectos de poca sociabilización se parece al autismo, ya que también se los observa aislados, como si estuvieran en otro lado, o en su propio mundo.

Por lo general, son especialistas en un determinado tema, abarcando muchos conocimientos sobre el mismo, lo que provoca que algunos los traten de superdotados, pero eso es debido a su interés por ese contenido en especial sobre el que han profundizado.

Los temas preferidos pueden ser diversos pero la mayoría se inclina por cuestiones de la física, del movimiento o de la causa y efecto, temáticas que no tengan que ver con aspectos sociales. Fanny es amante de los árboles. Es común que a los pocos años de edad ya tengan un conocimiento elevado sobre la cuestión que les interesa, un conocimiento que un niño sin S.A. no podría poseer. Sus conocimientos siempre son acompañados de un lenguaje excesivamente formal.

Suelen también percibir zumbidos como el de un televisor con lluvia (sin señal).

Una de las buenas características de estas personas es su gran concentración y su notable memoria.

Imaginen los problemas (sobre todo en la infancia) que estos individuos deben enfrentar. Discriminación por ser distintos, incomprensión, les cuesta contestar las preguntas de los mayores, de sus profesores. Y; ante algo a lo que no tienen respuestas son capaces de salir con cualquier otro tema provocando el desconcierto general.

Al ir creciendo suelen tener problemas para encontrar trabajo y permanecer en él por un tiempo prolongado. Lo mismo pasa con su vida sentimental, las parejas le duran poco tiempo y encima si son muy aislados son víctimas de la discriminación del resto de la gente que los ve como “bichos raros”. Sus compañías amorosas los pueden catalogar de fríos al ser muy reacios al contacto físico, o al costarles expresar los sentimientos. Fanny dice que tiene que estar preparada mentalmente para los abrazos.

Es muy difícil la recuperación, es de gran ayuda detectar los síntomas a temprana edad, si las neuronas que generan emociones no están dormidas totalmente se pueden regenerar, al menos en parte.

Internet puede funcionar de gran apoyo para estas personas, porque, a través del chat pueden relacionarse con gente que no las juzga por tomarse un tiempo de más para contestar y analizar las preguntas.

Si alguien sabe más del tema y desea compartirlo estaría bárbaro, yo no sabía de este síndrome y no conozco a nadie más que a Fanny que lo padezca.

Otra vez “La Renga”, esta vez con “Hielasangre”, es que era inevitable escuchar este tema sin asociarlo con Asperger. También es inevitable soñar con ser baterista cuando se escuchan los primeros golpes del instrumento.
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martes, 11 de diciembre de 2007

El Papichulo


Esta es un anécdota que sucedió en el año 2004. Lucas es un amigo mío que tiene un raro hobbie: colecciona paragolpes ajenos. Si, como lo leen, el muy esquizofrénico tiene uno de los primeros puestos en accidentes de tránsito. Y no con un solo vehículo, paso a contar.

Su primer accidente lo tuvo en sus inicios como caminante rural. Vivió gran parte de su vida en el campo. Cuando aprendió a caminar, un atardecer nublado, se dirigió al establo donde su padre bañaba a los caballos y ordeñaba a las vacas. Cuentan los paisanos del lugar que Lucas tuvo la mala leche de tropezar con un fardo y caer de jeta en el balde donde su laborioso tata había depositado minutos antes el cuajo el vacuno. Es probable que esta especie de transfusión lechística hiciera que Lucas, a partir de ese momento se tome unos segundos más que el resto de los mortales para decidir y actuar. Es como si estuviera en un permanente level 1. Salvo para conducir…

Ha tenido accidentes en todos los tipos de vehículos que se imaginen, desde autos a triciclos. Ya es famosa entre nosotros la frase: “más cagado que pasajero de Lucas”.

Bueno… todo este preámbulo es para contextualizar a nuestra historia. Lucas chocó con su moto y le tenían que poner un clavo en una de sus piernas, esto parecerá irrisorio, pero hacía poco tiempo ya le habían puesto uno, ¡en esa misma pierna!

A nuestro accidentado aliado lo internan, y, con otro amigo (Leo), pasábamos muchas horas haciéndole compañía en el hospital, sobre todo por las noches. Así fue que conocimos al “Papichulo”, morador increíble de la cama vecina a nuestro muchacho terror de las aseguradoras. Lo apodamos de esa manera porque no sabíamos su nombre y porque era una mezcla entre hombre pícaro y chulo por lo simpático que nos caía.

No recuerdo bien su procedencia, era de Corrientes, o Mendoza, no lo recuerdo precisamente. Estaba perdido, algo en su mente no estaba bien. No imaginaba como había llegado hasta Villa María. Tenía algunos momentos de lucidez en que se podía hablar con el y otros en que era ajeno a todo.

Con Leo llevábamos masitas y gaseosas al hospital y el papichulo ya era uno más en nuestras rondas de comidas. Y… como a nosotros nos daba tristeza verlo solo, le hacíamos compañía. El siempre nos reiteraba que su familia llegaba a buscarlo en cuestión de horas, y yo era testigo de cómo las enfermeras llamaban a no se donde para que se hagan cargo de esta persona. Según ellas había gente que decía que lo iba a ir a buscar, pero los días pasaban y Papichulo seguía internado.

Su desesperación iba en aumento, tanto como su familiarización con el lugar. Al lado de “nuestra” habitación teníamos la sala de depósitos, y era frecuente ver a nuestro personaje sacar una silla de ruedas y sentarse en el pasillo a dejar perder las horas.

Un día me pregunta a donde quedaba la salida del hospital y cómo tenía que hacer después para llegar hasta la terminal. Yo me sentía mal y le expliqué en cierta forma, aliviado en parte de saber que en cinco minutos ya se olvidaría de todo, ni yo me orientaba ahí adentro.

Me lo imaginaba en años anteriores como un pícaro mujeriego, ahora lo notaba buscando cualquier excusa para el diálogo con las señoritas de otras habitaciones, había tomado el hospital, ya era suyo. Los médicos no podían estar todo el tiempo pendiente de él, además… se lo notaba inofensivo. Causaba más tristeza que miedo.

Su noche consagratoria nos encontraba a Leo y a mi jugando ajedrez al costado de la litera de un Lucas sedado, preparado para la operación. No tengo el horario con exactitud, solo la certeza de que reinaba un silencio sepulcral, bien de hospital, de a ratos solo se escuchaba algún que otro balbuceo de Lucas, algún delirio producto de la medicación. Pedía arboles amarillos para el patio de su casa y dormir con patentes de automóviles que terminen con la letra “c”… Cosas de la anestesia...

Imagínense ese mutismo sumado a la concentración que implica una partida ajedrecística. Con Leo nos sobresaltamos hasta el punto de asustarnos, como cuando sentís que algo malo pasó y te temés lo peor. Escuchamos un alarido femenino hacia el fondo del pasillo, un alarido que yo no supe diferenciar si era de susto, dolor, o de muerte. No exagero… es que en esos climas de hospital todo es muy feo, y la muerte siempre está rondando.

Fue en ese momento en que con Leo bajamos del mundo de estrategia cuadriculado hasta el mundo real, percatándonos que la cama a nuestro costado estaba vacía. Las enfermeras pasaron como un auto de fórmula uno por el pasillo hacia el lugar del alarido. Ante la perplejidad solo atiné a quedarme en mi lugar.

El corazón empezó a recuperar su ritmo tranquilo cuando veo volver a las enfermeras riéndose, aún un poco nerviosas, pero riéndose al fin. Al minuto Papichulo es traído por un enfermero que lo tranquiliza, igualmente se lo notaba bastante calmo.

Salimos con Leo a preguntar que había ocurrido. Nuestro personaje había aparecido en plena oscuridad al lado de la cama de una paciente, permanecía allí mirándola quieto como una estatua y en sus manos acunaba una pierna ortopédica sacada del depósito. Al abrir los ojos y ver semejante panorama la mujer gritó despavorida, tratando de dilucidar si estaba soñando o no. Es que no podía ser real… a la señora la habían operado ese mismo día de la pierna. ¡Imagínense que sensación horrible ver a Papichulo con ese aspecto picarón pero serio, a contra luz, con una pierna que podría ser la de ella!

Nosotros también nos reímos mucho, hasta que ingresamos nuevamente en la habitación y advertimos (ya sin asombrarnos), que Papichulo enredaba un caballo blanco en el pelo de Lucas, mientras la reina rival descansaba en los labios de nuestro amigo.

* Nota: La Foto no pertenece al verdadero Papichulo.

jueves, 6 de diciembre de 2007

Retazos Costumbristas de las Fiestas


Navidad y año nuevo… estos dos eventos que deberían ser para todos motivos de júbilo, son para algunos de nosotros momentos en los que no nos sentimos del todo a gusto.

Más allá de la encuesta, en que la mayoría se inclinó por elegir que este tipo de fiestas no le gustan, hablando con distintas personas me doy cuenta de que una gran mayoría no disfruta de estos momentos.

Si… ya sé, aprovechamos para comer como nunca, y encima el clima acompaña para cenar afuera y tomar en demasía. La familia unida, dulces, fuegos artificiales, sidra (¿no se pusieron a pensar porque solo en esta época se consume esa bebida?), brindis, brindis y más brindis.

Cuando era chico me gustaban estas fechas, pero eran muy distintas, la familia más numerosa, no había diferencias que nos distanciarian, ahora somos menos, algunos no están físicamente y otros se han ido por estúpidas disputas.

Cuando éramos chicos creíamos en Papá Noel y recibíamos regalos, ahora ni esa esas emociones perduran. Otra cosa que con el tiempo se va perdiendo es el porqué de estas fiestas, las costumbres y orígenes religiosos se han visto invadidos por el aprovechamiento comercial.

No faltará el que diga: “¡Qué rápido se pasó el año pucha!”, o la típica: “¿cuánto falta para las doce?”. Ese justamente es un tema que me llama la atención. Entre nosotros reina la impuntualidad, pero para navidad y año nuevo la gente se muere si no es puntual para brindar. Ni una milésima de segundos antes, ni una milésima después. ¿Por qué esa necesidad imperiosa de estar mirando el reloj cada cinco segundos? ¿Es una formalidad para que brindemos todas las personas del país al mismo tiempo? No lo entiendo.

Y después del brindis y los fuegos artificiales – que tampoco me llaman la atención – es la hora de salir. Siempre me termino arrepintiendo. Llegar al boliche es una odisea; caminar entre la multitud es una auto mutilación; para comprar un trago (el doble de lo que sale normalmente); te perdés una hora, si se pierden tus amigos con los que fuiste; no pienses en volver a verlos, los podrías llamar al cel, pero el sistema telefónico siempre se cae por la saturación. Momentos de falsedades abundan, abrazos a montones de gente que nunca te dijo más que un simple “hola”, ahora parece que fueras un amigo al que hace años no ven. Llegás a casa con los pies que te explotan, un calor agobiante, y pesadísimo por todo lo que ingeriste.

Hay algo de cierto en que los años pasan cada vez más rápido, trataré de explicarlo con un ejemplo que requiere un esfuerzo de imaginación. Cuando ya tenemos cierta noción del tiempo y nuestra edad, cuando cumplimos por ejemplo 8 años, ese último año que vivimos no se nos ha pasado tan rápido. La explicación es que, inconscientemente, relacionamos la “idea” de lo que es 1 año, comparándolo con los 7 que vivimos anteriormente. Entonces… la diferencia entre uno y siete no es tanta. Ahora… cuando cumplimos 25 años, ya hemos vivido 24 años, y… 1, comparado con 24 si es muy inferior. Al haber vivido tantos años, uno más es nada. Por eso parece que pasara más rápido.

Otra faceta triste de las fiestas es que mientras todo el mundo se reune a compartir, interiormente sabemos que hay muchas personas que no pueden hacer lo mismo, que se encuentran solas, sin dinero, marginadas, que no pueden festejar nada. Ellos seguramente son conscientes de toda la festividad de alrededor, escuchan las bombas, sienten los gritos de alegría y ven a la gente predispuesta de manera diferente. La vida debe ser siempre amarga para ellos, pero seguramente en estas noches se potencia más.

Bueno… se avecina la hora de hacer balances, de preparar al alma para enfrentar más renovado el año entrante y también de levantar la copa brindando esperando que lo mejor se esté por vivir.

Se está escuchando Low, de Coldplay, del gran disco X&Y. Coldplay es una banda inglesa que a pesar de sus logros siempre se muestra muy comprometida con los problemas de la sociedad, con los conflictos bélicos y en contra del sistema comercial reinante.

La letra de este tema hace referencia al decaimiento, a ver al mundo blanco y negro pero con un dejo de optimismo sobre el futuro, que considero inevitable para seguir adelante.