En estos últimos días estuve yendo a fotografiar para el diario en que trabajo a los diversos cortes de ruta de los productores rurales de la zona.
La mayor tensión se vivió ayer jueves. Se suscitaron varios incidentes entre los turistas y los que cortaban la ruta. Algunos viajeros hasta se animaron a bajar del vehículo con la intención de discutir cara a cara o irse a las manos. Incluso los que protestaban se las agarraron con la prensa. A un colega de otro diario le bajaron la cámara en medio de un disturbio y ahí todo se puso más caliente.
“¡Ustedes siempre buscando el quilombo!” nos decía algún manifestante. Hubo algún que otro manotazo, ningún golpe violento físicamente pero estas discusiones a la prensa generaron mucha bronca.
La prensa, por más amarillista que sea en algunos casos, no puede filmar o fotografiar lo que no sucedió jamás. Es sumamente molesto que se le atribuyan las culpas de los desmanes generados por otros. Mientras el fotógrafo no entorpezca en la zona en donde suceden los hechos, está en total libertad para trabajar como trabaja en cualquier otro lugar. Sino, como dijo un amigo mío, “que protesten en un sótano si no quieren difusión”. No olvidarse de que la repercusión que están teniendo es, en gran parte, gracias a los medios.
Puede analizarse como justo el reclamo de los trabajadores rurales ante las retenciones. Están reclamando por sus derechos, sí, pero ¿no pueden hacerlo de otra forma? ¿Y los derechos de la gente que se traslada? Porque entonces, si tenemos la mirada de que protestan porque se sienten ultrajados; porque necesitan de la justicia, en el mismo sentido, no debería cuestionarse a los que rompen derechos de otros invadiendo territorios, sometiendo esclavos y demás, porque los que usurpan tendrán sus motivos, para ellos justos, para nosotros no.
Igualmente, todo este panorama no es más que un reflejo de cómo se vive cada día. La intolerancia en extremo, el apresuramiento de las acciones, la no reflexión y la violencia generalizada son agentes que marcan este caos y acrecientan el malestar.
Existe el Art. 194 del Código Penal que habla de una sanción con prisión de tres meses a dos años a quien “…sin crear una situación de peligro común, impidiere, estorbare o entorpeciere el normal funcionamiento de los transportes por tierra, agua o aire o los servicios públicos de comunicaciones, de provisión de agua, de electricidad o de sustancias energéticas…” No estoy diciendo que los manifestantes deberían ir presos, pero considero que no pueden golpearse el pecho hablando de derechos cuando ellos mismos son los que lo rompen.
Dignos de cualquier sinónimo de la palabra matones, deberían saber de que una cámara puede ser incriminadora, pero de ninguna forma es un acto de cobardía, como si lo es el venir a pegar cuando andan en patota.
Hay una famosa frase, “Tu libertad termina donde comienza la de tu prójimo”. Los que se revelan deberían saber antes de que “el prójimo” no es solo el trabajador rural, u otro hombre de campo como ellos. “El prójimo” somos todos los que transitamos por esta ruta de la vida.
Este tema musical salió en el 2001, en el disco Rey Sol. Fue censurado porque tenía, según los que regulan la televisión, imágenes violentas y gente que, sin discriminación de sexo se besaban entre si (¿Leyeron bien? ¡¡¡¡¡2001 y se besaban entre si!!!!!). Con todo lo que pasan en la tele (chicos aspirando, sexo en bancos de la plaza, etc), es irrisorio que hayan prohibido este video.