martes, 11 de diciembre de 2007

El Papichulo


Esta es un anécdota que sucedió en el año 2004. Lucas es un amigo mío que tiene un raro hobbie: colecciona paragolpes ajenos. Si, como lo leen, el muy esquizofrénico tiene uno de los primeros puestos en accidentes de tránsito. Y no con un solo vehículo, paso a contar.

Su primer accidente lo tuvo en sus inicios como caminante rural. Vivió gran parte de su vida en el campo. Cuando aprendió a caminar, un atardecer nublado, se dirigió al establo donde su padre bañaba a los caballos y ordeñaba a las vacas. Cuentan los paisanos del lugar que Lucas tuvo la mala leche de tropezar con un fardo y caer de jeta en el balde donde su laborioso tata había depositado minutos antes el cuajo el vacuno. Es probable que esta especie de transfusión lechística hiciera que Lucas, a partir de ese momento se tome unos segundos más que el resto de los mortales para decidir y actuar. Es como si estuviera en un permanente level 1. Salvo para conducir…

Ha tenido accidentes en todos los tipos de vehículos que se imaginen, desde autos a triciclos. Ya es famosa entre nosotros la frase: “más cagado que pasajero de Lucas”.

Bueno… todo este preámbulo es para contextualizar a nuestra historia. Lucas chocó con su moto y le tenían que poner un clavo en una de sus piernas, esto parecerá irrisorio, pero hacía poco tiempo ya le habían puesto uno, ¡en esa misma pierna!

A nuestro accidentado aliado lo internan, y, con otro amigo (Leo), pasábamos muchas horas haciéndole compañía en el hospital, sobre todo por las noches. Así fue que conocimos al “Papichulo”, morador increíble de la cama vecina a nuestro muchacho terror de las aseguradoras. Lo apodamos de esa manera porque no sabíamos su nombre y porque era una mezcla entre hombre pícaro y chulo por lo simpático que nos caía.

No recuerdo bien su procedencia, era de Corrientes, o Mendoza, no lo recuerdo precisamente. Estaba perdido, algo en su mente no estaba bien. No imaginaba como había llegado hasta Villa María. Tenía algunos momentos de lucidez en que se podía hablar con el y otros en que era ajeno a todo.

Con Leo llevábamos masitas y gaseosas al hospital y el papichulo ya era uno más en nuestras rondas de comidas. Y… como a nosotros nos daba tristeza verlo solo, le hacíamos compañía. El siempre nos reiteraba que su familia llegaba a buscarlo en cuestión de horas, y yo era testigo de cómo las enfermeras llamaban a no se donde para que se hagan cargo de esta persona. Según ellas había gente que decía que lo iba a ir a buscar, pero los días pasaban y Papichulo seguía internado.

Su desesperación iba en aumento, tanto como su familiarización con el lugar. Al lado de “nuestra” habitación teníamos la sala de depósitos, y era frecuente ver a nuestro personaje sacar una silla de ruedas y sentarse en el pasillo a dejar perder las horas.

Un día me pregunta a donde quedaba la salida del hospital y cómo tenía que hacer después para llegar hasta la terminal. Yo me sentía mal y le expliqué en cierta forma, aliviado en parte de saber que en cinco minutos ya se olvidaría de todo, ni yo me orientaba ahí adentro.

Me lo imaginaba en años anteriores como un pícaro mujeriego, ahora lo notaba buscando cualquier excusa para el diálogo con las señoritas de otras habitaciones, había tomado el hospital, ya era suyo. Los médicos no podían estar todo el tiempo pendiente de él, además… se lo notaba inofensivo. Causaba más tristeza que miedo.

Su noche consagratoria nos encontraba a Leo y a mi jugando ajedrez al costado de la litera de un Lucas sedado, preparado para la operación. No tengo el horario con exactitud, solo la certeza de que reinaba un silencio sepulcral, bien de hospital, de a ratos solo se escuchaba algún que otro balbuceo de Lucas, algún delirio producto de la medicación. Pedía arboles amarillos para el patio de su casa y dormir con patentes de automóviles que terminen con la letra “c”… Cosas de la anestesia...

Imagínense ese mutismo sumado a la concentración que implica una partida ajedrecística. Con Leo nos sobresaltamos hasta el punto de asustarnos, como cuando sentís que algo malo pasó y te temés lo peor. Escuchamos un alarido femenino hacia el fondo del pasillo, un alarido que yo no supe diferenciar si era de susto, dolor, o de muerte. No exagero… es que en esos climas de hospital todo es muy feo, y la muerte siempre está rondando.

Fue en ese momento en que con Leo bajamos del mundo de estrategia cuadriculado hasta el mundo real, percatándonos que la cama a nuestro costado estaba vacía. Las enfermeras pasaron como un auto de fórmula uno por el pasillo hacia el lugar del alarido. Ante la perplejidad solo atiné a quedarme en mi lugar.

El corazón empezó a recuperar su ritmo tranquilo cuando veo volver a las enfermeras riéndose, aún un poco nerviosas, pero riéndose al fin. Al minuto Papichulo es traído por un enfermero que lo tranquiliza, igualmente se lo notaba bastante calmo.

Salimos con Leo a preguntar que había ocurrido. Nuestro personaje había aparecido en plena oscuridad al lado de la cama de una paciente, permanecía allí mirándola quieto como una estatua y en sus manos acunaba una pierna ortopédica sacada del depósito. Al abrir los ojos y ver semejante panorama la mujer gritó despavorida, tratando de dilucidar si estaba soñando o no. Es que no podía ser real… a la señora la habían operado ese mismo día de la pierna. ¡Imagínense que sensación horrible ver a Papichulo con ese aspecto picarón pero serio, a contra luz, con una pierna que podría ser la de ella!

Nosotros también nos reímos mucho, hasta que ingresamos nuevamente en la habitación y advertimos (ya sin asombrarnos), que Papichulo enredaba un caballo blanco en el pelo de Lucas, mientras la reina rival descansaba en los labios de nuestro amigo.

* Nota: La Foto no pertenece al verdadero Papichulo.

12 comentarios:

Anónimo dijo...

Siempre tenes cosas tan fascinantes para escribir vos ?¿
Si no son temas para debatir son estas experiencias vividas...
Una mirada diferente para el Ojo de al lado..
Me causo mucha gracia la historia Javi!
Y en buena hora si fuiste el " privilegiado " que la vivencio!

La vecina!
=)

Javimetal dijo...

Anahí:

Solo es una anécdota que sirve un poco para descomprimir, las últimas publicaciones eran medio bajoneantes.
¡Gracias vecina! Mil besos.

Anónimo dijo...

Jime.
Muy lindo el comentario de hoy. Muy gracioso.. Q bueno vivir esas experiencias con amigos. Siempre son lindas y nunk las olvidas.
Besos.

Javimetal dijo...

Jime:

Si, lindo para mi y para Leo, la verdad... no creo que Lucas la haya pasado muy bien.
¡Besos Jime!

Ceci Fernandez dijo...

me reí mucho... la verdad que me hacía falta, porque hoy tuve un mal día.... tenemos que ponernos al día... pero en fin, los hospitales pueden ser divertidos en cierto modo... bueno " nos vemos"

Anónimo dijo...

La leí y listo, no era para dejar comentario. Pero esto viene por otro lado. No se si alguien ya lo ha hecho, pedirte que escribas sobre un tema especifico. De todas maneras lo hago. Solicito que hablés de la TV Argentina, porque personalmente creo que es un indicador del deterioro socio-cultural argentino, ¡ojo! No por los programas que se hacen (reality shows, chimentos, novelas, ...) que son vacíos en todo, sino porque la gente los ve. Ojalá puedas cubrir el tema, yo lo iba a hacer, pero se me ocurrió dejarselo a un especialista.

Por otro lado, si visitas mi metroFlog hay una dedicatoria.

Suerte.

Javimetal dijo...

Cecilia:

Si Ceci, tenemos que hablar. Acordate de mi nick: "solo es un mal día", es feo que estés mal, pero es peor si no puedo ayudarte.
Un beso.

Santiago:

A mi también me parece que en algún punto la Tv puede contribuir al deterioro socio cultural, eso ya lo hace interesantísimo. Prometo escribir más adelante, ahora tengo otros temas que también me andan dando vuelta hace un tiempo. No soy un especialista, para nada.
Ya me he embriagado de orgullo visitando tu metro flog, te agregué a mis links, pero no lo dejes muy solo a tu metro, actualizalo.

Anónimo dijo...

hola javier! recién hoy conocí tu blog que esta muy variado, no solo fotitos, je. Bueno me parecen interesantes(o algo asi) tus reflexiones como la de las fiestas, saludos.

el que jode a veces con las fotos para cada nota..

josé

Javimetal dijo...

José Copete:

No me canso de alegrarme con la gente que ingresa a la página. No exagero si digo que es un honor tu paso por acá, porque se que no nos conocemos demasiado para que lo hagas de compromiso y además tu opinión vale mucho porque se nota que sos culto, informado, entonces... sos alguien que impone respeto y que hayas entrado al ojo provoca gran satisfacción.
Nunca me jode que me pidan fotos para Puntal, es mi trabajo, lo tengo que hacer y me gusta. De eso vivo, no sientas culpa.
Un abrazo.

Anónimo dijo...

Mi comentario para esto que puiste es: ¿?

Anónimo dijo...

ehh javimetal
jaaja
es muy tarde estaba aburrida y desidi pasarme
jajaja
me rei muchoq bueno anecdota esa... yo me moriria de miedo en tu lugar al escuchar ese grito ..:S
jaaja

che mucha suerte
y un abraso-bufanda
besos

Javimetal dijo...

Juan:

Era solo una anécdota para cambiar un poco de los últimos temas publicados.

Nati:

¿Cómo sería un abrazo bufanda? ¿uno que te envuelve mucho abrigandote? Recibido entonces.
Besote.