viernes, 11 de enero de 2008

El placer de mirarte


Alguna vez escuché a alguien decir que todos tenemos algo de voyeur. El voyeurismo es observar a otras personas desnudas o teniendo relaciones para la propia satisfacción.

El voyeur no tiene contacto con lo que mira y le provoca mucha satisfacción el riesgo de ser descubierto. Se dice también que la gente con tendencias voyeur suelen ser propensas al exhibicionismo. Los más adictos a la mirada del placer ajeno generalmente son personas tímidas y que habitualmente se les dificulra conseguir pareja.

Susan Sontag escribe algo muy interesante sobre el voyeurismo pero comparándolo con la fotografía. El escrito siguiente se encuentra en el magistral libro “Sobre la fotografía” de los años setenta.

“... Hacer fotografías ha implantado en la relación con el mundo un voyeurismo crónico que uniforma la significación de todos los acontecimientos. Una fotografía no es el mero resultado del encuentro entre un acontecimiento y un fotógrafo; hacer imágenes es un acontecimiento en sí mismo, y uno que se arroga derechos cada vez más perentorios para interferir, invadir o ignorar lo que está sucediendo. La omnipresencia de las cámaras insinúa de modo persuasivo que el tiempo consiste en acontecimientos interesantes, dignos de fotografiarse. Fotografiar es esencialmente un acto de no intervención. La persona que interviene no puede registrar, la persona que registra no puede intervenir…”

Disiento con la autora en eso de la no intervención, supongo que el fotógrafo se mezcla en la acción de otra manera. Asimismo, algunos renglones después, Sontag agrega:

“…Aunque la cámara sea un puesto de observación, el acto de fotografiar es algo más que una observación pasiva. Como el voyeurismo sexual, es una manera de alentar, al menos tácitamente, a menudo explícitamente la continuación de lo que esté ocurriendo. Hacer fotografías es tener interés en las cosas tal como están, en un statu quo inmutable (al menos por el tiempo que se tarda en conseguir una "buena" imagen), ser cómplice de todo lo que vuelva interesante algo, digno de fotografiarse, incluído, cuando ese es el interés, el dolor o el infortunio de otra persona…”

Atractivo,
¿no? Es un gran libro el de Susang que a menudo me deja pensando sobre los trasfondos de la actividad fotográfica.

viernes, 4 de enero de 2008

El Hombre Elefante


La idea de esta publicación asomó cuando un periodista – compañero – amigo, de" El Puntal", Iván, me comentó sobre este asombroso y extraño personaje. Este periodista escribió hace poco una nota en el periódico. Yo me sentí motivado a contarles la historia de “el hombre elefante”.

En 1862 nace Joseph Carey Merrick en Inglaterra. Se hizo famoso con el mote que titula esta publicación. Falleció a los 27 años.

Se ganó tal apodo que lo llevo a la popularidad debido a sus deformaciones corporales. Sin embargo, aseguran que poseía una gran inteligencia que solo se conoció en sus últimos años de vida.

Sus anomalías comenzaron a los 18 meses de edad, en caras, manos y piernas. Debido a esta compleja situación, y a la discriminación que crecía junto al desarrollo de Joseph, su madre, Mary Jane, se apegó mucho a él.

Uno de los momentos más duros para Joseph fue la muerte de su progenitora la persona que más amor le había dado. Su padre se casa con otra mujer con dos hijos y los problemas se acrecientan. Las burlas ya eran permanentes y lo obligaban a conseguir trabajo sin preocuparles que sus limitaciones físicas no se lo permitían. Le recriminaban que las usaba como excusa para no trabajar. Su madrastra le sacaba rápidamente la comida diciendo que ya era suficiente por lo poco que aportaba en la casa. Una bajeza total.

Trabajó un corto período de tiempo en una fábrica de cigarrilos, hasta que la deformidad de su mano derecha le impidió seguir con las tareas que realizaba.

Las deformidades y dolores iban aumentando, su padre le consiguió un carro para trabajar de vendedor ambulante pero no resulto porque su aspecto impactaba a las demás personas. Tenía problemas en la cadera y su mandíbula seguía creciendo, ya no se le entendía lo que hablaba.

Siempre intentaba fugarse de casa hasta que su padre lograba convencerlo del regreso prometiéndole un trato mejor. A los 15 años, cansado de la desgraciada vida que llevaba, se marcha para siempre.

Dormía en la calle hasta que un tío se enteró y lo llevó con él. En sus biografías, Joseph destacó siempre el buen trato de este hermano de su padre. Decidió irse de este hogar porque no quería abusar de su amabilidad. Aún sabiendo que no vendería nada, salía todos los días con mucho esfuerzo a recorrer las calles.

Le decían “el hombre elefante” por una protuberancia que se formaba en su rostro.

La única forma que encontró de ganarse la vida era recorrer distintos países exhibiéndose en ferias. Ocurrieron muchas anécdotas, que por cuestión de espacio es imposible relatarlas acá. Todas tienen que ver con grandes discriminaciones a su persona y las dificultades para cualquier cosa que el desease hacer.

Un dato curioso es que el propio Merrick y algunas personas más, creían que la culpa de sus deformidades se debían a que, cuando su madre estaba embarazada, en una feria multitudinaria, cae ante el gran amontonamiento y es pisada por un elefante. No hay otros casos en el mundo que presenten estas mismas imperfecciones.

Merrick siempre fue muy educado y respetuoso hacia el trato con los demás. Cuentan que la primera vez que una mujer que no era su madre le dio su mano, se puso a llorar emocionadamente. Esto habla de hasta que punto los sentimientos de una persona se pueden potenciar por culpa de la crueldad de los demás.

Resulta increíble que una persona que fue tan vergonzosamente maltratada, a la que la humillaban en la calle o a donde fuera, nunca tuviera vestigios de rencor, de malicia. Esto refleja como discriminamos a muchas personas por salirse de la norma que muestra la mayoría. Los monstruos somos nosotros cada vez que marginamos a alguien. No puedo imaginarme el inmenso dolor de ese hombre al ser rechazado.

David Linch hizo una película de la vida de Merrick. “El Hombre Elefante”, a la que no tuve oportunidad de ver. Los comentarios de ella son muy buenos. Pueden observar un fragmento de la misma aquí abajo.


Les dejo también un fragmento de uno de los poemas que escribió Joseph:

Es cierto que mi forma es muy extraña,
pero culparme por ello es culpar a Dios;
si yo pudiese crearme a mí mismo de nuevo
me haría de modo que te gustase a ti.
Si yo fuera tan alto
que pudiese alcanzar el polo
o abarcar el océano con mis brazos,
pediría que se me midiese por mi alma,
porque la verdadera medida del hombre es su mente.

El tema musical es “Retribution - Storm of the Light´s Bane” de Dissection, una banda sueca surgida a comienzos de los noventa. Puro Death metal.
Parte de esta canción dice:

En mi oscuridad esclaviza permito que se borre tu raza débil.
Todavía repite sus gritos la tierra pura del mal que aquí prospera.
Marca la muerte el ' dios ' en el crepúsculo para una edad oscura. Su creación que plagada con la sangre venenosa.
El cielo eclipsado por una niebla negra del odio donde la calidad no puede alcanzar las quemaduras del fuego en llamas oscuras.