miércoles, 14 de octubre de 2009

La pelota, esa fuente de ilusiones


Más allá de que, tal vez, uno de los mejores escritores de nuestro país la haya denostado, su influencia en la vida de muchos de nosotros ha sido fundamental. Pocos regalos más importantes y más ilusionantes que ella en nuestra primera infancia, fue dueña de los mejores sueños de nuestra adolescencia.

Ha producido milagros increíbles, algunos con una llamativa coherencia. Por eso, tal vez, haya elegido a un pequeño negrito de las favelas brasileñas y a un pibe de las villas argentinas para ser sus mejores embajadores. Uno diestro, el otro zurdo, como para no discriminar.

Ha sido nuestro primer juguete y nuestra pasión permanente. Tiene la misma forma que el mundo mismo. Es caprichosa y comprensiva, dócil y rebelde, amada y odiada. Por ella, el mundo entero se reune cada cuatro años en la gesta más épica de todas. Pero fundamentalmente, más allá de los avatares impredecibles de sus cabriolas, no es más que una maravillosa excusa para juntar en millones de predios alrededor del mundo todo a muchos de nosotros que, con ella en los pies hemos soñado, y soñaremos, con ser, al menos, por un segundo, Pelé o Merlo, Maradona o Fabri, Riquelme o Pasucci, Bochini o Giunta, Alonso o Aguirre, Fillol o García. Tan pequeña y tan poderosa. Yo te saludo, pelota. Te debo las mayores alegrías, me debés algunas tristezas, pero te debo muchos amigos y eso jamás podré pagártelo.


Eduardo Carames

Ojalá clasifiquemos hoy, sino, sería la primera vez que veo a nuestra selección quedar afuera. Hay demasiado nerviosismo para escribir algo propio, por eso este texto.




domingo, 11 de octubre de 2009

Veo veo


¿Hasta donde puede arrastrarnos la fama? ¿Qué poderío se esconde detrás del ansia, de la necesidad de mostrar que somos alguien? Empezar a ser famoso no parecería ser lo difícil, sino el dejar de serlo.


Exhibición de fotos sensuales en red; páginas que hablan de cómo somos; cámaras mostrando todo; el minuto a minuto del Chat; los reality shows… ¿Qué parte de todo esta exposición es propio de nosotros y que parte es heredada de lo que vivimos como sociedad? Los psicólogos explican, haciendo referencia a los adolescentes, que necesitan hacerse ver, mostrarse, porque en los días que corren el cuerpo se desarrolla antes que la mente, entonces se limita la capacidad de refrenar los impulsos de mirar y ser mirados solo como objetos.


¿La familia puede educar en esta vertiente de imágenes cuando observamos que las madres prácticamente compiten con sus hijas en indumentaria, presencia y juventud? ¿Puede simplemente la voluntad de los padres contra una tecnología que los supera?


La sociedad también funciona como fomento de liberación del yo. Sabido es que los famosos que pasan demasiado tiempo sin ser noticia, contratan a fotógrafos para que los siga durante un día y así documentar las imágenes que invadirán las tapas de revistas, simulando espontaneidad y foto periodismo. O podríamos también mencionar a la infinidad de personas que son populares sin ser actores, ni músicos, ni humoristas, ni nada. Están ahí, en la pantalla, nadie sabe porqué, pero están insoportablemente. El mundo reclama fama, nosotros ser vistos. Ecuación perfecta para mostrar lo que somos, para intentar “ser alguien”. Si el hecho no sale en los medios, no es noticia. Ver para creer, aparecer para existir.


Llegamos a la insólita situación de ver diarios íntimos en formato blogs, ¿de qué intimidad hablamos?


Entablar algún tipo de relación personal con alguien se presenta cada vez más dificultoso. Podemos argumentar falta de tiempo; vidas vertiginosas; sumisión tecnológica; consumismo exacerbado; satisfacción inmediata sin reflexión y momentánea; etc. Así vivimos, por momentos, en una especie de soledad compartida con el mundo, pero soledad al fin. Comunicados pero incomprendidos. Relacionándonos pero sin conocernos. Uno al lado del otro, pero cada uno en su burbuja.


En la actualidad el personaje de Platón no querría salir de la caverna, no correría semejante riesgo, si total lo tiene todo, lo ve todo ahí sentado, en su refugio con Wi-Fi.

sábado, 3 de octubre de 2009

Anestesia Ocasional


Siempre daba vueltas por mi cabeza la teoría de que, un hospital, clínica o lugar semejante me tentaba a escribir y encontraba en ellos un ámbito más que propicio. Ahora lo he comprobado.


La primera vez que lo percibí fue cuando me quedaba por las noches en un sanatorio cuidando a un amigo accidentado. En esa ocasión dí origen a un guión para la facultad que después tomó forma de cortometraje. Posterior a ese arrebato linguístico en un género como el ficcional, poco abordado por mi; se me presentaron algunas oportunidades más en estos ámbitos tan deprimentes como solitarios, y; en cada uno de esos encuentros con el reino de la salud, acudía a mi, el deseo de explayarme por escrito.


En estos últimos días he pasado algunas horas en uno de estos asilos de sanidad y me invadieron las ganas de apuntar un texto. No tenía que ser un escrito en particular, me sentía capaz de escribir desde una glosa hasta una novela. Tenía la sensación demasiado real de querer vomitar todo en una redacción.


Este fuerte lazo Hospital-Escritura puede deberse a que cuando estamos en un lugar así las horas son más largas, no hay demasiadas actividades para hacer, más que leer y quizás ver tele; o deambular por los pasillos; salir a la vereda; volver a entrar; sentarnos; pararnos; acomodarnos; dialogar con desconocidos y así cíclicamente mientras las agujas del tiempo giran con la misma rapidez que yo poseo para diferenciar a un puerro de una cebolla de verdeo.


Será que tanto tedio me inspira, que refugiarme un poco de la vertiginosa cotidianeidad me deja presto para lanzar en papel lo que no puedo desterrar en sudor y ocupaciones. Es, en cierta parte, una forma de hiperactivismo.


Durante el día, TN bombardeaba noticias de tal optimismo que hacían que la señora que agonizaba en la habitación contigua pareciera recién salida de una sesión de cosquillas. Por la noche parece escucharse hasta el limpio goteo del suero, hipnótico sonido que me hacedormirysoñarconfusoyconlagargantaylosojosresecosdetantoestrujarpensamientos.


Un nuevo día, la persiana se levanta, el cuerpo se estira, el mundo resucita, las enfermeras que pasan, como las ideas, como las horas, como la vida, como los fantasmas, como el pavor, como el agrio silencio, como la miserable condición humana, como vos y yo.