lunes, 23 de febrero de 2009

Infusión Gitana


Estaba esperando que los recién casados salgan del civil para sacar las clásicas fotos de la lluvia de arroz, cuando un hombre me toca la espalda y me pregunta si no podía en un par de horas hacerle unas fotos a unos camiones suyos. Le dije que si y quedamos de encontrarnos en la dirección que me pasó.

Me sorprendí al llegar y ver que era un descampado en donde no solo estaban los camiones sino también una comunidad de gitanos con sus carpas, sus fuegos, sus ollas gigantes, sus largos vestidos y sus costumbres atípicas para nosotros.
El señor que me había contactado me indica que debo fotografiar a distintas partes de los vehículos para el seguro, para corroborar su estado. Entonces deduje que estaba por venderlos. Sabido es que los gitanos tienen una enorme facilidad para vender sus bienes a un precio mucho mayor de lo que los compraron.

Concluía mi trabajo cuando aparece una señora que por su manera de conducirse con los demás y por su edad deduje que era una de las jefas. Esta mujer me dice si podía llevarles esas fotos el día domingo y aprovechar que ese día era el cumpleaños de un nenito de la tribu para tomar fotos de ese acontecimiento. Me habían citado el domingo a las 17.30 y a esa hora estaba ahí con las copias de las fotos de los camiones. Después de pagarme por aquellas imágenes, me ofrecieron sentarme y esperar a que llegaran todos los familiares para poder tomar las fotos del cumpleañero.

Los seres humanos solemos temerles a lo desconocido, a lo raro, a lo que difiere de lo que acostumbramos a ver cada día. Pese a las preocupaciones de “la jefa” por hacerme sentir cómodo, mi nerviosismo crecía al mismo paso que la curiosidad por saber como era un cumpleaños gitano. Ya sentado en la gigante carpa, al no tener nada que hacer, comencé a observar lo que me rodeaba. Esta familia estaba compuesta por 8 integrantes y, según me contaban, dormían todos en la misma cama. Esta no era una cama tradicional de una o dos plazas, era enorme, tampoco sé si tenía colchones u otra cosa para que apoyaran sus cuerpos.

Los minutos pasaban y estábamos en invierno, se venía la noche pronto.

Una de las cosas que más me perturbaban era que entre ellos hablaban en su idioma, en el idioma gitano, Romaní supongo, porque hay varias lenguas dentro de una. –Lachisser mua fotosgraficer, Cibó , garapatis Adebel y cosas por el estilo que yo trataba de traducir ferozmente mirando la gestualidad de cada rostro que las pronunciaba. No había caso, sus caras eran tan poca expresivas, tan insípidas, que no llegué a interpretar nada. No sabía a ciencia cierta si hablaban de mi, pero tampoco me dio la sensación de que estuvieran hablando del clima o del partido de Gaudio, o de la nueva Coca Light.


Notaba que me atendían demasiado bien y eso también me generaba desconfianza. Cuando uno está asustado, todo parece tremendo y hasta los gestos más nobles nos harían tiritar de terror. No es que sea un tipo miedoso ni nada parecido, sentía que se iba la luz del día; no veía un solo farol en ese campito; estaba a varios kilómetros de casa; esperando a unos invitados que nunca llegaban; con frío, con gente que vestía raro, olía raro, hablaba en otro idioma, con hambre… ¿con hambre? ¡Para que habré pensado con la voz de mi estómago! Ellos, que lo saben todo, que leen nuestras manos y nuestro destino, sin duda escucharon mi pensamiento gastronómico. Porque ahí nomás, para que todo empeorara, me ofrecieron un mejunje, un brebaje, una pócima del mas allá, un líquido, un néctar que seguramente habría preparado el mismo Satán. Entonces recordé –otra característica del miedo es que la mente juega malas pasadas, recuerda cuando no debe hacerlo, desentierra lo que debería quedar tapado en esos momentos de pavor- las mil y una historias de gitanos y sus maldiciones. Como cuando era chico y me decían “mirá que va a venir a echarte una maldición el gitano que le sacó los ojos a Don Eusebio, el ciego del frente”. Historias de brujerías, magia negra y tantas otras que hablaban de la peligrosidad de estos sujetos.
“Doña Jefa” levitó hacia mi y extendiendo su brazo con la taza en la mano como si ofrendara un puñal para que me haga un hara-kiri, me dice: “Bebe, hombre blanco”. Solo atiné a levantar mi mano derecha en un gesto como quien dice, “no hace falta, no te molestes, soy lo bastante tímido como para compartir una bebida con gente que nunca vi en mi vida y que nunca quisiera volver a ver”. Al notar mi negación “Bruja Jefa” y algunos gitanos que estaban cerca me miraron con ojos de fuego, y ella dijo: “te gustará hombre blanco”. Miré al fondo de la taza resignado y noté que era una especie de infusión, un té pero con diversas frutas adentro. Bebí. Estaba delicioso, pero aún así no lo disfruté como debía porque no podía ocultar de mis pensamientos las consecuencias que ese líquido podría traerme. ¿Y si me dormían para robarme la cámara? ¿Y si me extraían los órganos? ¿Y si me dejaban despierto pero hipnótico para casarme con una gitana? ¿Y si huían todos en mi moto? Esto último era lo más improbable, pero si dormían ocho en una cama ¿porque no podían salir disparando todos en mi Zanella? El té me dio unas ganas locas de orinar. Iba a preguntar donde estaba la letrina cuando noté que una de las mujeres hacía sus necesidades sin pudor al lado de la carpa. Pasaron más de dos horas y los invitados no llegaron. Lo que tampoco llegó es el sueño que preveía con el té, al contrario, me encontré muy activo y en comunión con ellos. Un tipo no gitano que quería comprar uno de los vehículos apareció y estaban realizando los papeles de compra venta cuando solicitaron mi ayuda porque los gitanos no sabían leer ni escribir. A esa altura ya estábamos alumbrados con un sol de noche. Les leí los papeles, les llené los formularios, cerraron la transacción y ya con los invitados en el campamento nos dispusimos a comer la torta.

Ya no importaban demasiado las fotos, yo era uno más de ellos, me convidaron comida, brindamos juntos e incluso yo salí en la foto general de la familia abrazando al cumpleañero. No había más miedo, me pagaron en tiempo y forma y me atendieron como un familiar más.
Una experiencia distinta, inolvidable, y que me acercó a una cultura muy distinta a la nuestra.

8 comentarios:

Anónimo dijo...

¿Que si me hiciste reír? Debo aceptar que sí. xD
Qué interesante convivencia la que tuviste con los gitanos... por acá nunca he visto gitano alguno, pero me imagino que sí debe de dar cierto miedo el estar en un lugar extraño y fuera de lo que estamos acostumbrados/as a ver o estar. Lo bueno fue que al final lo disfrutaste, más que un trabajo de fotografía pudiste conocer a gente diferente, interesante y amable =).

qué bueno leerte después de varios días! =D

Saluditos!

Javimetal dijo...

Mitsuko:

Me alegra que te haya divertido.
Lo lindo de mi trabajo es que no es monótono, es divertido, estas informado, no estás encerrado, salís conocés personas, historias increíbles.
Hacía mucho que no escribía porque anduve ocupado y también porque hace unos días estuve por cosquín rock y alrededores para despejar la mente.
Saludos, gracias por pasar!

fabi dijo...

Javi, a mí también me hiciste reir mucho...
Desde hoy te admiro otro poquito.¡¡¡¡Sos un valiente!!!!, Yo no me hubiese animado nunca a ir a ese lugar.. Sé que mi temor a los gitanos es irracional y te juro que tengo actitudes bien regresivas cuando los veo..Es que mi mamá también me asustaba mucho con eso "de que una gitana me iba a llevar si andaba en la calle a la hora de la siesta"..
Juro que todavía ( ya bastante crecidita) no puedo superar el terror que me da..y está entre las cosas que ni siquiera me atrevo a plantearme..Lo vivo como otra de mis irracionalidades..Besos

Anónimo dijo...

Yo no entiendo como tantas cosas ( historias, vivencias, relatos, virtudes ) pueden entrar en tu cuerpo! Sos demasiado.. casi irreal eu ! Y hay algo q m impresiona mas que todo lo que sos como persona y es la capacidad que tenes para abrirte a las nuevas experiencias! Sos unico Javi ! Y tu experiencia con la comunidad gitana : Sin palabras !

Anónimo dijo...

DESDE QUE CONOZCO EL BLOG PASO SEGUIDO PORQUE ME GUSTA LEER LO QUE ESCRIBIS...ESTA CONVIVENCIA TUYA CON LOS GITANOS YA LA CONOCIA, PERO LA FORMA EN LA QUE ESCRIBIS HACES SENTIR AL QUE LEE COMO SI HUBIERA VIVIDO LA EXPERIENCIA TAMBIEN...
ESPERO ESTES MUY BIEN,UN BESO...

Javimetal dijo...

Fabi:

¡No todas las irracionalidades son malas! A veces lo malo es pensar demasiado.
Besos, gracias por estar.

Anahí:

Hermoso mensaje, te excedés en halagos. Las nuevas experiencias a veces resultan fascinantes.
¡Beso grande!

Naty:

Me alegro mucho de que te haya gustado y de que al leerlo te hayas sentido parte. A veces tengo miedo de extenderme demasiado cuando escribo para ser leído en la pantalla.
Saludos.

Cristal de uma mulher dijo...

Perfecto amigo....besos desde Brasil

Javimetal dijo...

Cristal De Uma Mulher:

¡Gracias! ¡Una visita brasilera! ¡Que honor!, gracias por pasar.